lunes, 27 de septiembre de 2010

libros pop - geoff emerick







El nombre de Geoff Emerick a muchos no les dirá nada. Y, después de aclarar que fue un ingeniero de grabación que trabajó con los Beatles, tampoco les dirá mucho más. Pero si añadimos que asistió a la primera sesión profesional del grupo en Abbey Road, la cosa empieza a cambiar. Y si además nos enteramos de las minucias de su trabajo en discos tan esenciales como Revolver o Sgt. Pepper's, el tío pasa de  representar una simple nota a pie de página en la inabarcable bibliografía sobre los fab four a merecerse  un libro entero. Este. 


El principal mérito de Emerick fue traducir a un innovador lenguaje técnico las ideas musicales de los egos pensantes Lennon y McCartney.  Con sana iconoclastia el muchacho fue poco a poco atreviéndose a contravenir todas las reglas de oro de EMI sobre el funcionamiento interno del estudio de grabación y el uso del material. Acercar un micro a un amplificador un centímetro más de la cuenta podía suponer una alegre carta de despido. Usar un bafle cableado en sentido contrario como amplificador de bajo era una maniobra arriesgada que podía haber acabado con una llamada al orden por parte de los gerifaltes de la corporación. Emerick se la jugaba una y otra vez. Aunque teniendo en cuenta que lo hacía con la connivencia del grupo que ganaba más dinero del mundo, tampoco importaba demasiado si los resultados acompañaban. 

Y qué resultados. ¿Hubiera sido capaz el estiradillo George Martin de conseguir prodigios técnicos como los que se sacaba de la manga el chavalito día sí día también? Por mucha impecable formación clásica y experiencia que atesorara el productor de 40 años, posiblemente no habría sido lo mismo sin la participación del chico. Y para muestra, un botón. Para la posteridad han quedado cosas como el sonido de otro mundo de Tomorrow Never Knows, la ferocidad de las cuerdas en Eleanor Rigby, el controlado caos sónico de A Day in the Life, las atmósferas de Strawberry Fields Forever o el poderoso sonido del bajo en Paperback Writer

Y, por añadidura, el tío estuvo allí. Y es capaz de recrearse con lujo de  detalles y sin contarse un pelo en aspectos de la banda que en otros libros serían silenciosamente omitidos o edulcoradamente maquillados en aras de una feliz imagen de los cuatro muchachos. Como lo hijo de puta que podía ser Lennon en sus momentos difíciles. O la torpeza de Harrison cuando de solos de guitarra se trataba. O el ansia devoradora de McCartney por tener todo bajo control y que su cabeza sobresaliera sobre la del resto. O el pasotismo de Starr hacia el trabajo de los demás durante aquellas maratonianas sesiones de grabación en las que aprendió a jugar al ajedrez. 

En suma, un libro fascinante no porque nos cuente (otra vez) la historia de los Beatles - eso podemos encontrarlo con mucho más detalle en otros sitios - sino porque nos hace entender un poco mejor las innovaciones técnicas y musicales que hicieron que el grupo estuviera siempre un peldaño más arriba que el resto a la vez que retrata con crudeza todo lo que conllevaba ser un beatle en 1966-1970. Y creo que no cuesta mucho más de 10 euros (aunque a mi me salió por 1, aquel día decidieron hacer limpieza en La Casa del Libro). Merece la pena (que conste que no me llevo comisión). 


3 comentarios:

  1. Curioso. Me interesa cada vez más el mundo de la producción musical. Acerca del sonido de los discos de los Beatles, George Martin es muy buen productor de discos pop, y de sonidos envolventes (Pepper o Abbey Road), pero el sonido de los Beatles tocando en directo (Disco Blanco o Let it Be) es muy bueno, y Martin no lo mostraba así. En Let it Be lo mandaron a al mierda, creo, para luego volver a contar con él en Abbey Road, y en el blanco parece intervenir poco, y sé que no es de sus favoritos y que dijo que hubiera quedado mejor como un disco sencillo, con menos canciones... más pop.

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  2. Sí, Martin siempre dijo que prefería hacer un sólo disco muy bueno que uno doble con exceso de morralla. E igual tenía razón. Pero por aquella época nadie era capaz de llevarle la contraria a los chicos... Y se nota en el disco, hay una gran cantidad de pajas mentales y en otras canta mucho cómo hay uno dándolo todo y los otros tres haciendo acompañamiento. Pero, vamos, que no seré yo el que diga que el Álbum Blanco es malo, porque no lo es.

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  3. A mí me encantan los discos dobles con exceso de imaginación. Escucha si puedes el último de Flaming Lips,se llama Embryonic. Mucho, mucho exceso. Para mí el Álbum Blanco es de los mejores, por cierto. Es que no me mola mucho lo de los arreglos de cuerda, prefiero a la banda tocando, aunque a veces la banda sea sólo uno.

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